29 enero 2008

En defensa de Amargo

Ustedes me perdonen, pero yo soy de los que piensan (y no creo que sea el único), que uno de los mayores valedores del carnaval de Santa Cruz de Tenerife, ha sido el gran Rafael Amargo. Sinceramente, las interminables galas de elección de la reina suelen ser un coñazo. Yo llevaba años que solo las veía de fondo o que directamente iba al resumen en las noticias del día siguiente, por curiosidad.

Pero el año pasado, ay… qué alegría nos dio Amargo. ¿Puede haber un momento mejor que ver como un auditorio entero abuchea a Zerolo mientras intenta coronar a una reina? Fue un momento mágico, el glorioso clímax de una suma de despropósitos (las broncas con el ayuntamiento, los 400 presentadores, Belén Esteban, Dover -¡¡DOVER EN UNA GALA DEL CARNAVAL!! – el caos acelerado de la entrega de premios, el desplante de las murgas… una lista inacabable).

Sí, amigos, la gala fue algo mágico, irrepetible, que culminó en ese "momento alcalde" que, por desgracia, no tuvo ese reflejo en las santas urnas unos meses después. El pueblo no estaba preparado, supongo. Pero aquel momento, que atesoro, fue un instante puro de soberanía popular. En otros tiempos menos civilizados, una turba hubiera linchado al gran edil.

Firmaría hoy mismo para que cada gala, cada año, fuera en este plan, si no fuera porque aquello de que la repetición exacta cansa y se perdería la emoción. Porque la gala del año pasado fue la más pura esencia de carnaval y del alma chicharrera, esa erupción volcánica que trastorna la habitual naturaleza acomodaticia, gandula, algo acomplejada, localista e irónica del tinerfeño metropolitano. Ya saben que los Carnavales no son sino una extraña catarsis que sacan un lado rojo chillón (con purpurina) del canario que escasamente encontramos durante el resto del año. Gracias a dios, porque tampoco habría cuerpo que resistiera la agresividad menos grave del chicharrero en carnaval, el frenesí juerguista, la exaltación visceral de lo propio de ese ciudadano medio que el resto del año normalmente se limita a sobrevivir y maldecir a su gobierno electo y que, sinceramente, no espera gran cosa de la gala de la Reina.

Pero el año pasado, Amargo nos hizo un regalo. El año pasado la indignación, la risa, el odio irracional, el orgullo patriotero y la mejor bulla carnavalera fueron un clamor que llegó hasta la península (esa cosa tan lejos).



Hablaron de NUESTRA gala en todas partes, de nuestro rencor (Amargo persona non grata, deportada al resto del mundo, qué gran idea, que pena que no cuajara) y de nuestro orgullo herido. Yo me descojonaba cuando alguien me decía eso de "qué pena lo que les hicieron este año con la gala, ¿eh?".

Porque si elección de la bendita reina hubiera sido horrorosamente aburrida, no pasaba nada. Si se hubieran roto cien mandíbulas bostezando con montajes de caracol en la entrada y salida de las candidatas (aspecto éste que ha mejorado mucho en los años, eso sí), pues tampoco. Una gala más. Pero la hecatombe del año pasado fue precisamente la descarga eléctrica que necesitaba el personal. Eso y la denuncia de los vecinos del centro, los dos temas que llenaron las calles, que contagiaron hasta la última conversación de la capital y pusieron el carnaval justo donde debe, en el mismo centro de la polémica, allí donde todo el mundo quiere estar, aunque sea de visita.

Evidentemente mi miedo este año es que hagan una gala normal. Que salga bien. Como siempre. O sea, convencional, aburrida y formal (es solo mi opinión, claro, seguro que ustedes jalean cada candidata y cada comparsa y me parece muy bien). Porque aquella normalidad (todo lo normal que puede decirse a algo con tanta pluma, pito y purpurina) estaba siendo nuestra muerte.

Pero este año, ay, tenemos otra gran esperanza blanca para la catástrofe. Y es ÁNGEL LLANOS, nuestro gran alcalde de facto, el joven y audaz teniente (de alcalde), omnipresente y total, ese hombre hecho a sí mismo (de adminsitrativo de la coca-cola a regir el ayuntamiento... sin pasos intermedios), esa encarnación de valores patrios, que ha asumido competencias del ayuntamiento que no se sabía ni que existían. Ese hombre que nos trajo a Elton John (bueno, que al final lo trajeron otros y al sur), que fue a Nueva York a resucitar a CELIA (¡milagro! allí estará), que trajo a Harry Potter (que no viene) y al David Copperfield (que no va a venir, pero problemas de agenda, nada más). El visionario político que abrirá esos museos del carnaval (o tiendas, no recuerdo) en Nueva York, Los Ángeles, Michigan y Paris y el resto de sitios donde le apetezca viajar a nuestra cuenta en los próximos años, supongo.

En las últimas semanas cada vez que leía alguna polémica sobre la preparación del carnaval o unas declaraciones de Azpilicueta rezaba porque dijeran algo en plan “es que así no se puede” o "se están entrometiendo en mi labor", pero no. De momento el director solo se queja de que no hay mucho dinero, apunta a la continuidad e insinúa que no habrá invitados sorpresa (bah, seguro que mañana aparece Harry Potter volando por el cielo mientras David Copperfield hace desaparecer las teresitas, secreto que tendrán guardado). Vamos, que todo muy sosillo, muy normal, muy controlado. O sea, PREOCUPANTE.

Necesitamos desesperadamente gresca, polémica e incompetencia. El carnaval, como verán, se nutre de la misma esencia de nuestros políticos locales. Espero, sinceramente, no nos defrauden. Que mañana esas gradas de seguridad especiales se derrumben sin causar daños personales, en directo. O que alguien quede afónico, o que las comparsas lean un comunicado sobre las teresitas, o alguien borracho, o que los trajes de las reinas no puedan pasar por las puertas o que Llanos ruede por el suelo en una reyerta navajera con Zerolo (alias “el holograma”) por el honor de coronar a una reina que no merezca pasar de dama de honor C mientras el pueblo ruge indignado y feliz.

Sí, amigos míos. Por la Virgen de Candelaria, mañana necesitamos otra catástrofe.



2 comentarios:

Sisterboy dijo...

Ni lo sueñes muñeco. Zerolo puede ser un habitante de los paraisos artificiales pero de tonto no tiene ni un pelo. Al menos mientras él viva (deseo sinceramente que no sea nuestro Heath Ledger local)la gala será el coñazo que siempre ha sido.

Anónimo dijo...

Refrescospepito dijo:

¿La última entrada es de enero de 2008?
¿No les da vergüenza?